La infancia comprende desde el nacimiento hasta la pubertad y es un período rico en cambios. Mucho sabemos ahora de la importancia que tiene este tiempo para el desarrollo de las posteriores etapas de la vida.
Los niños tienen sus propias necesidades y su particular manera de relacionarse con su entorno; comprender el lenguaje emocional de un niño es una tarea que requiere de sensibilidad y formación.
Crecer y hacerse mayor parece que es algo dado, y así es cuando estamos en el plano de lo corporal: las sucesivas etapas del crecimiento se van dando por sí mismas. Sin embargo en el plano psicológico es necesaria la ayuda de otras personas que van a ir enseñando al niño a valerse por sí mismo, a hacerse cada vez más autónomo, que le transmitirán la curiosidad por el mundo y la confianza.
A lo largo de esta etapa, como en cualquier otra posterior, también pueden presentarse problemas. En el caso de los niños, la inmadurez propia de la edad, dificulta la demanda de ayuda. Por lo tanto, tendremos que estar atentos a los síntomas a falta de comunicación con palabras.
Posibles problemas con los que podemos encontrarnos:
Ayudar a un niño en estos momentos, crea un sistema de protección y prevención que lo acompañará en las sucesivas etapas. Una intervención terapéutica en esta época puede ahorrar mucho sufrimiento futuro.